Chismosos

domingo, 18 de septiembre de 2011

LA NORMA DEL MERCADO



Hace poco Carvajal S.A, (dueño del Grupo Editorial Norma) uno de los grupos empresariales más importantes de Colombia, anunció, en nombre de su presidenta Gladys Helena Regalado Santamaría, “desinvertir paulatinamente en las líneas de negocio que no atienden de manera directa el mercado de la educación”. Con lo cual se quiere ahondar en las línea Juvenil, Infantil, texto educativo y gerencia. Ante la poquísima información que los medios han proporcionado al respecto, nos hemos visto llamados a esbozar un contexto del por qué ha sucedido esto, y qué consecuencias puede tener en la reducida contribución literaria colombiana.
Es sorpresivo que una de las editoriales de mayor prestigio a nivel Latinoamérica, que cuenta  con uno de los mejores catálogos, en cuanto a obras y exclusividad de autores se refiere (pues ha publicado a Gabriel García Márquez, Andrés Caicedo,  Álvaro Mutis y  cuenta con la exclusividad de autores como  William Ospina y Santiago Gamboa; además de contar con editores de altísima calidad como Moisés Melo, Ana Roda y María Rosario Aguilar), anuncie intempestivamente que la publicación de textos literarios, en inventario, circulara solo hasta el 2012. Según la presidenta de Carvajal, el principal motor de la producción en la empresa siempre ha sido la línea de textos educativos, que representa el 14% de las ganancias, mientras que la línea de literatura solo produce un 3 % de ganancias en cuanto a ventas se refiere. Esto demuestra, según indican las directivas de Carvajal, “la educación siempre ha sido nuestro fuerte”.
La noticia ha sido recibida con profunda desilusión por parte de escritores, editores, académicos, y sobre todo lectores en América Latina y España, que aunque no son muchos, valoraban el esfuerzo hecho por Norma. El Grupo Editorial Norma es la única editorial Colombiana con capacidad de publicar en más de 14 países, traducir textos inéditos y sobre todo, al ser local, constituía una de las pocas oportunidades con que los escritores colombianos contaban para cumplir el sueño de ver sus obras publicadas.
Podemos atribuir este nefasto hecho a varias situaciones. Primero: En un mundo donde los números tienen prioridad sobre las letras, la literatura encuentra cada vez menos espacio. Es claro que las empresas dedicadas al lucro, les interese cada vez menos el alcance cultural  que un libro puede llegar a tener. Ya no se piensa en torno a ideas, sino a  plusvalía. Entendiendo esto es apenas obvio que Carvajal tomara la decisión de suprimir el funcionamiento de secciones que no producían las ganancias esperadas. 
Segundo: El nivel de lectura de los colombianos a pesar de aumentar poco  a poco sigue siendo paupérrimo; de 1.2 libros por habitante en 2001 a 2 libros en 2008, no es un incremento significativo. Lo cual puede atribuirse a sinnúmero de causales: culturales, sociales y educativa; donde la falta de la interiorización del hábito de leer es significativo. A pesar de aumento del nivel de lectura y los bajos niveles de analfabetismo, los potenciales lectores se pierden en el Internet y la Televisión. Pero también causas económicas ahondan el problema, puesto que los libros son carísimos, en correspondencia  con el poder adquisitivo del colombiano promedio.
Tercero: Ligado al altísimo costo de los libros; la industria de la piratería a gran escala está socavando las empresas editoriales, y con ello a los mismos autores, que no perciben un solo peso de las ventas hechas “informalmente”. Igualmente el cambio de reglas del sector, genera un cambio en las prácticas editoriales. Donde la digitalización, no solo de los libros sino también de los periódicos, lleva a buscar alternativas por parte de las grandes editoriales, situación que en Colombia no ha asumido aun con fortaleza.
Lo reconozco; no soy fan de la Editorial Norma, de hecho admito que me disgusta la excesiva cantidad de textos de auto superación que acapararon su mercado literario, en contraste con la cada vez más pobre oferta de novelas, ensayos y demás géneros literarios; pero también acepto que hará falta. ¿A dónde irán a parar tantos autores que publicaban bajo esta Firma?, si bien los más afamados escritores, de seguro recibirán ofertas de otras editoriales, los menos reconocidos que hasta ahora empezaban a abrirse paso tal vez desaparezcan del circulo.
Estamos atestiguando un declinamiento de la inversión en la cultura y la promoción de un hábito muy necesario; la lectura. No solo son los escritores colombianos, sino también los de otros catorce países, a  los que les será más complicado hacerse de una firma editorial respetable que los represente. Igualmente es víctima el prestigio del Grupo Editorial Norma, que es la ganancia real de cualquier editorial que quiere invertir la cultura. Además, la idea de invertir en el sector educativo enmarcado en Libros de Texto, demuestra una visión reducida del sentido de educación y el papel de la literatura. 
El cambio estratégico del Grupo Editorial Norma es un hecho, no hay por qué llorar sobre la leche derramada, es triste que los intereses de empresas tan importantes como Carvajal, consideren la cultura un elemento secundario. Solo nos queda invitarlos a pensar libremente, a apropiarse de la cultura, la lectura y la fantasía,  para cambiar la realidad de este país que magistralmente resumió Álvaro Gómez, “En Colombia la mitad de los libros que se editan no se venden; la mitad de los que se venden, no se leen; la mitad de los que se leen, no se entienden, y la mitad de los que se entienden, se entienden mal.”
El libro igual que la cultura va cambiando, el papel se transforma en bits y las editoriales deben asumir este cambio. La sociedad colombiana tan necesitada de cultura, no puede dejar, que con el cambio de estrategia de Carvajal, la novela o la poesía acaben de perder su limitado espacio. Es necesario que nuevas editoriales asuman el vacío de que ha dejado Norma, y que la Edición Digital sea la nueva plataforma de publicación, porque las decisiones de un mercado voraz y ambicioso que está generando su propia destrucción  han degenerado  la cultura, la identidad y la dignidad de pueblos y personas.
 

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